más veces de las que quisiera me encuentro en el cuarto piso de la facultad de ingeniería, inmerso en tareas que cada vez se me hacen más parecidas a un trabajo de oficina, con computadoras, papeles, planillas de excel y tazas de café. Por cierto que no soy ingeniero ni nada que se le parezca, pero ciertos avatares de la historia hacen que se estudie física en ese edificio, por lo demás horroroso.
La puerta de la sala donde generalmente llevo a cabo mis actividades tiene un cartel que dice "Pop: 8,5", y es cierto que cuando estoy allí la mitad de mi atención está del otro lado del ventanal, en la rambla del parque rodó y en la preciosa vista de medio montevideo + mar que uno puede tener a toda hora, pero principalmente al atardecer, cuando la paleta de colores se desplaza tanto hacia el naranja.
Todo eso era una introducción, lo que quiero contar es esto. El viernes cuando salí un rato para hacerme un café or ir al baño, ahí estaba esa rubia sentada en el borde de un banco, mirando el atardecer. Yo he estado ahí mismo muchas veces, pero nunca me había dado cuenta hasta que la ví de cuán fuera de lugar es ese lugar, o esa postura, de cómo era necesario un respeto hacia ella y hacia el mundo al otro lado de la ventana. Me golpeó la imagen de que la situación podría haber sido la inversa, ella mirándome a mi mirando el mundo o el mundo mirándonos a ambos o quién sabe que combinación, y deseé inútilmente haber tenido una cámara de fotos, para llevarme ese momento, que seguramente fue perfecto.
Es eso, que supongo que es imposible de contar. Esa sensación como de coagulación - que se va en seguida. Es como cuando uno sale de la ciudad y pasa al lado de un montón de eucaliptus y llega un momento en que de pronto chan! están todos alineados y podes ver un diseño y después el ómnibus o la bici siguen de largo pero esa luz ya estuvo en la retina y no puedo pretender explicarlo.
En ese punto me acordé de otras mujeres, de otros soles vistos desde otros lados, y de tantos instantes parecidos o capaz del mismo instante pero con otro yo y así tantas cosas...
